Siglo XIX: Creación de la Política Expansionista e Imperialista Norteamericana

La idea de integrar al continente Americano y mas concretamente a América Latina tiene sus orígenes con Simón Bolívar. El libertador de las Américas ya desde 1820 trato de fomentar la integración Latinoamericana, ya que entendía que las naciones americanas deberían de estar unidas contra los embates de los intereses extranjeros tales como España, o los Estados Unidos, y procurar la independencia de los países que seguían bajo los dominios de los colonizadores europeos.
En el 1822 Estados Unidos fue la primera nación en reconocer las nuevas naciones que en Hispanoamérica acababan de separarse de España. Aquel mismo año inquietaron a los Estados Unidos dos iniciativas procedentes de Europa y dirigidas hacia el nuevo continente: Primero el zar Alejandro I proclamó los derechos de Rusia sobre la costa del Pacifico y las aguas vecinas desde Alaska, que pertenecían entonces a Rusia, hasta la parte norte de la isla de Vancouver. Ante esta amenaza el gobierno del gobierno norteamericano bajo la presidencia de James Monroe, se le informó al ministro de Rusia que los Estados Unidos “debían discutir el derecho de Rusia a cualquier establecimiento territorial en este continente y debían afirmar claramente que el continente americano no se hallaba ya supeditado a cualquier nuevo establecimiento colonial europeo y tal vez no halla momento mas favorable para decir franca y explícitamente al gobierno ruso que la paz futura y el interés de la propia Rusia no pueden verse facilitados por el establecimiento de Rusia en cualquier parte del continente americano”
La segunda concernía mas específicamente a las intenciones que las potencias europeas pudiesen tener sobre América Latina. Monroe pedía con firmeza a las potencias europeas que no interviniesen en América. Asimismo, confirmando la política de neutralidad inaugurada por George Washington, adquiría el compromiso de no intervenir en los asuntos europeos.

En 1823 el presidente de los Estados Unidos, James Monroe, decide responder a los sucesos que estaban sucediendo en Europa con la creación de la Doctrina Monroe, que establecía la exclusión del continente americano de la política de poder al estilo europeo.
La Doctrina Monroe podemos interpretarla en dos sentidos: primero, como una declaración unilateral con proyección hemisférica de la política norteamericana del aislacionismo; y segundo, como una estratégica a los efectos de evitar cualquier avance europeo en el continente americano. Que si bien en el mensaje se habla de que los Estados Unidos no admite la intromisión de ninguna potencia extranjera en el continente “americano”, sin embargo esta alusión estaba dirigida principalmente contra Inglaterra y sobre todo contra los designios que Inglaterra tenía en cuanto a la isla de Cuba. Inglaterra había propuesto a los Estados Unidos una declaración común americano-británica que alertase a las potencias europeas contra cualquier tentativa de reconquistar Hispanoamérica. A este propuesto británico, los Estados Unidos plantearon como condición, que Inglaterra reconociese, en primer lugar, la independencia de las antiguas colonias hispanoamericanas. Inglaterra procuró esquivar la petición norteamericana. Lo cierto es que, en 1823, en los Estados Unidos imperaba un sentimiento anti-británico bien fuerte, porque sospechaba que Inglaterra intentaba colaborar con la Santa Alianza, aparte que después de la última guerra americano-británica de 1812, Inglaterra mostraba indiferencia e incluso antagonismo hacia los Estados Unidos.
La consecuencia más importante de la Doctrina Monroe para los Estados Unidos, es que es la doctrina de América para los americanos, o un tanto sarcásticamente, como la doctrina de América para los Norteamericanos. Esta doctrina logro detener una doble amenaza: la de los rusos que trataban de extenderse por la costa de Pacífico, y la de las potencias de la Santa Alianza, deseosas o susceptibles de inclinarse a socorrer a España en sus posesiones americanas.
La Doctrina Monroe fue letra muerta, por lo menos durante veinte años. No obstante lo dicho sobre esta doctrina, con relación a Latinoamérica, se tradujo en una política de no-alianza sistemática: negativa a intervenir en el Congreso de Panamá de 1826, no hubo defensa continental por parte de los norteamericanos frente a la invasión británica a las Islas Malvinas (propiedad de Argentina por su localización geográfica), sin olvidar que ya habían sido invadidas por una fragata norteamericana en 1831, el intento anglo-francés cuando la cuestión de Tejas, en 1845, la amenaza inglesa y española sobre Yucatán, la usurpación de territorio a México en 1845, donde hasta llegaron a ocupar Ciudad de México, en 1848, la amenaza inglesa, francesa y española a México en 1861 por el cobro de por tratar de cobrar una deuda.
Para el 4 de marzo de 1845, la anexión de Texas pudo lograrse mediante una trampa legal. El gobierno mexicano protestó de inmediato ante esta medida. México jamás había manifestado que la anexión de tal territorio a la Unión Americana seria considerada como un acto de hostilidad y una causa suficiente para la declaración de la guerra. México terminó perdiendo Texas, California, Nuevo México y reconociendo el rió Bravo como limite meridional como su nueva frontera con los Estados Unidos.

La verdadera historia de la Doctrina Monroe comienza a fines del s.XIX, cuando el gobierno norteamericano se transformo en uno de ofensiva, y esta sirvió para justificar las anexiones norteamericanas. En la conferencia de Berlín, las superpotencias europeas se repartieron a África que era el último territorio virgen que quedaba por repartir. Países que habían llegado tarde a la repartición, como Alemania y los Estados Unidos, no conformes con el, fijaron ojos en colonias de países decadentes como lo eran Portugal y España. En 1898 Estados Unidos ya contaba con una marina moderna, y en enero de ese mismo año el acorazado Maine salio rumbo a la Habana, Cuba en visita de “cortesía” después de diversos incidentes diplomáticos con España. En un accidente estalla el acorazado Maine, y esto les entrega la justificación que los norteamericanos necesitaban para exigirle a España que se retirara de Cuba, y empezó a movilizar tropas de voluntarios hacia la isla. España respondió declarando la guerra a los Estados Unidos, dando origen a la llamada guerra Hispanoamericana donde España perdió sus últimas colonias, Cuba, Puerto Rico, Filipinas, Guam, las islas Marianas y las islas Carolinas en Micronesia.
Así bajo este escenario termina el siglo XIX para la nueva potencia del mundo, y crea las bases de lo que seria el perfeccionamiento de la política expansionista e imperialista de los Estados Unidos durante el siglo XX.
S.XX: Perfeccionamiento de la Política Expansionista e Imperialista Norteamericana

Los Estados Unidos entraron al siglo XX como una poderosa maquinaria colonialista y muy poderosa. La adquisición de nuevos territorios al final del siglo XIX, abrió las puertas a un intenso debate en cuanto a esos territorios y a sus ciudadanos en relación al sistema político estadounidense. En comparación con la manera en que las potencias europeas construyeron sus imperios, el periodo de codicia de Estados Unidos argumenta que fue limitado en su ámbito y de corta duración. Después de la guerra Hispanoamericana, los norteamericanos justificaron sus acciones con el argumento de que preparaban a las naciones para la democracia. Pese a las críticas antiimperialistas, la mayoría de los estadounidenses creían que el conflicto con España había sido oportuno y estaban ansiosos de hacer sentir el poder de los Estados Unidos.
El 28 de Febrero de 1901, el senador norteamericano Orville Platt, propone enmendar la ley de gastos del ejército, incluyendo en una cláusula que regulara las relaciones entre el nuevo estado independiente cubano y los Estados Unidos. Esta enmienda recibe el apoyo de la legislatura de Estados Unidos y de su presidente, tras lo cual el gobernador militar de Cuba entrega la resolución a la Convención Constituyente. Los representantes cubanos reciben la enmienda sin mucho agrado, debido a varias de sus condiciones:
Que el gobierno de Cuba nunca celebrara con ningún poder o poderes extranjeros ningún tratado u otro convenio que tienda a menoscabar la independencia de Cuba o que permita a otros poderes extranjeros obtener para colonización o para propósitos militares o navales control sobre ninguna porción de la isla.
Que dicho gobierno no asumirá o contraerá ninguna deuda pública para el pago de cuyos intereses y amortización, resulten inadecuados los ingresos ordinarios.
Que el gobierno de Cuba consiente que los Estados Unidos pueden ejercitar el derecho de intervenir para la conservación de la independencia cubana, el mantenimiento de un gobierno adecuado para la protección de vidas, propiedad y libertad individua.
Que el gobierno cubano venderá o arrendara a los Estados Unidos las tierras necesarias para carboneras o estaciones navales en ciertos puntos determinados que se convendrán con el presidente de los Estados Unidos.
El pueblo cubano negocia a través de sus delegados durante tres meses sin lograr cambios sustanciales, a pesar de la creación de una comisión que viaja a Washington a fin de negociar directamente con el presidente estadounidense. El 8 de junio de 1901 el secretario de guerra estadounidense proclama que la ley deberá cumplirse tal cual fue aprobada por el legislativo.
Así comienza el siglo XX para la política prepotente e imperialista para la nueva potencia en América. En 1902 Inglaterra cesó en su empeño de controlar la América Central, luego de observar el poderío norteamericano durante la guerra Hispanoamericana y observar el fin de España como potencia. Ese mismo año el presidente Roosevelt expone que los Estados Unidos debían hacer sentir mundialmente su influencia y si sus intereses chocaban con los de otra potencia, tendría que utilizar la fuerza. Esta posición del presidente Roosevelt hizo que la Doctrina Monroe se volviera más intervensionista.
No obstante lo antes mencionado sobre la Doctrina Monroe, no hubo defensa continental por parte de Estados Unidos para frenar en 1902 el bloqueo a Venezuela por las armadas de Italia, Inglaterra y Alemania para cobrar la deuda publica que este país Suramericano tenia con aquellos gobiernos, motivando el pronunciamiento del Canciller argentino Luis Maria Drago bajo el principio de que “la deuda publica no puede dar lugar a intervención armada, ni menos a la ocupación material del suelo de las naciones americanas por una potencia europea”. Drago hacia referencia en su comunicación al gobierno norteamericano, que este principio ya estaba proclamado en la Doctrina Monroe. La respuesta del gobierno de los Estados Unidos fue que impediría la intervención de cualquier potencia extra-americana por el cobro de las deudas contractuales, pero intervendrían ellos mismos a los efectos de que se haga justicia en el caso. Esta solución al problema por parte de los Estados Unidos, no era para proteger a un país bajo una situación como la que vivía Venezuela, sino para evitar que la actitud coercitiva asumiera la forma de adquisición de territorio por una potencia no americana. Dadas las circunstancias de la época, era muy probable que los Estados Unidos intervinieran en un Estado Americano porque corriera el peligro de una invasión por un estado extra-americano, especialmente si este era Inglaterra.

Fuente
Actividades:
- Resumir en sus libretas
- Aprender y analizar
- Realizar un esquema con los países, fechas y por orden de intervencion hecha por USA
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